viernes, 5 de abril de 2024

Ceremonia del ACIES

 



El ACIES es una voz latina que significa un ejército en orden de batalla, designa con propiedad aquella ceremonia en donde se reúnen los Legionarios de María para renovar su homenaje a la Reina de la Legión, y para recibir de Ella fuerza y bendición para otro año más de lucha contra las huestes del mal. El Acies es un acto solemne, público, anual, en el que los legionarios se consagran, individual y colectivamente, a la Virgen el día 25 de marzo o en una fecha cercana a ésa.

Como dijimos, el Acies indica a un ejército en orden de batalla, designa la ceremonia en la que los legionarios se reúnen para renovar su homenaje a la Reina de la Legión y a la vez, para recibir de la Virgen su fuerza y su bendición para otro año más de lucha contra las fuerzas del mal, contra las fuerzas del Infierno, que no descansan en su intento de destruir a la Iglesia y a la humanidad.

El Acies se diferencia del Praesidium en que el primero, el Acies, representa a toda la Legión congregada en formación; el segundo, el Praesidium, representa a la Legión pero repartida o dividida en diversas banderas, entregada cada cual a su propio campo de operaciones.

Debido a que el Acies es el gran acto central del año para la Legión, es necesario subrayar la importancia de que acudan todos los socios, puesto que todos deben prestar juramento a la Virgen y todos deben recibir de la Virgen su fuerza y su asistencia para la lucha contra el mal en el año que se inicia. La idea fundamental de la Legión es que se trabaja en unión con María, su Reina y bajo su mando. El Acies es una declaración solemne de dicha unión y dependencia; es la renovación individual y colectiva de la declaración legionaria de lealtad. Si algún legionario, pudiendo acudir, no lo hace, da a entender que tiene muy poco del espíritu de la Legión y que poco o nada participa de la Legión.

El procedimiento es el siguiente:

La Legión se reúne en una iglesia, en donde se coloca una imagen de la Virgen Inmaculada, adornada de flores y luces y delante de ella el vexillum de la Legión. Inicia con un himno y con las oraciones iniciales de la Legión, incluyendo el Rosario. Luego, el sacerdote explica el significado del acto de consagración que se va a hacer; después se inicia la procesión hacia la imagen de la Virgen, de dos en dos si son muchos los legionarios. Al llegar al vexillum, cada par se detiene, coloca su mano en el asta del mismo y pronuncia en voz alta, como acto de consagración individual, estas palabras: “Soy todo tuyo, Reina mía, Madre mía, y cuanto tengo tuyo es”. Dicho esto, el legionario deja el vexillum, hace una pequeña inclinación de cabeza y se retira. No se debe usar más de un vexillum. Vueltos a sus puestos todos los legionarios, un sacerdote lee en voz alta el acto de consagración a nuestra Señora en nombre de todos los presentes. Después, todos en pie, rezan las oraciones de la catena. Luego sigue, si hay la menor posibilidad, la bendición con el Santísimo y se termina con las oraciones finales de la Legión y el canto de un himno y el Acies.

La fórmula de la consagración: “Soy todo tuyo, Reina mía, Madre mía, y cuanto tengo tuyo es”, no debe pronunciarse mecánicamente, sin meditarla. Cada socio debe condensar en ella el más alto grado de comprensión y gratitud profunda. Para ayudarse a conseguirlo debería estudiar la Síntesis Mariana, que resume el papel desempeñado por María en el plan divino de la salvación: “María es el espanto de los poderes infernales. Es terrible como un ejército en orden de batalla (Cant 6, 10), porque sabe desplegar con estrategia su poder, su misericordia y sus oraciones para derrotar al enemigo y para triunfo de sus siervos” (San Alfonso de Ligorio).

domingo, 31 de marzo de 2024

La formación del Legionario

 



         El Manual del Legionario aborda el tema central de la formación del Legionario, formación que es absolutamente necesaria, porque ningún católico laico y mucho menos un Legionario, pueden pensar que basta con la formación recibida en la Catequesis de Primera Comunión y en la Confirmación[1]. El Legionario debe formarse para no caer en el dicho: “Católico ignorante, futuro protestante”.

         Afirma el Manual que muchos piensan que los apóstoles -los laicos que integran una asociación como la Legión- se forman escuchando conferencias y luego estudiando libros de textos. Podríamos decir que esa es una parte en la formación, una parte muy importante, pero de ninguna manera se termina ahí la formación. Según el Manual, y más específicamente para la Legión, la formación “se hace imposible si no va acompañada de trabajo práctico; es más, hablar de apostolado y no practicarlo puede ser contraproducente porque quien realiza apostolado debe estar al corriente de las dificultades que el apostolado implica, pero al mismo tiempo de que es posible realizarlo, a pesar de esas dificultades”. El Manual agrega que si el apostolado no se acompaña de práctica real, la formación producirá laicos que sabrán mucho de teoría pero que en la práctica no realizarán ninguno o casi ninguno de los trabajos apostólicos que se necesitan llevar a cabo.

         Para el Manual, el sistema de formación del legionario se basa en conferencias, sí, pero acompañado de demostración práctica -por ejemplo, se debe estudiar el porqué de la visita a los enfermos, pero también hacer visitas a los enfermos; se debe estudiar el porqué rezar y hacer rezar el Rosario, pero al mismo tiempo, rezar el Rosario dando ejemplo-; de esta manera el aprendiz va avanzando en su aprendizaje a medida que avanza el trabajo apostólico que va realizando. Luego será el turno de que el aprendiz tome a su vez el papel de maestro, para enseñar a los nuevos integrantes. Según el Manual, con este método el practicante de apostolado aprende rápidamente cómo debe hacer su apostolado y luego enseña a los demás.

         La Legión, dice el Manual, se basa en métodos sencillos, diciendo así sus miembros a otras personas: “Vengan y trabajaremos juntos”. A los que aceptan, no los llevan a una escuela, sino que se les ofrece un trabajo que ya esté haciendo uno de ellos, un trabajo que esté a su alcance y una vez dentro de él, aprenden mejor el método de realizarlo y así no tardan en adquirir pericia y maestría.

         El método de la Legión podría resumirse así: la Legión utiliza la cooperación de sus miembros mejor preparados y si bien no insiste demasiado en la importancia extrema del estudio -que sí la tiene-, se ingenia en todo lo posible para capacitar y adaptar a cada uno para su apostolado particular; la finalidad principal de la Legión es proporcionar una estructura desde la cual el aprendiz pueda participar y aportar de sí mismo, al mismo tiempo que va adquiriendo experiencia en su apostolado específico. Es como si le dijera: “Ven, deposita tu talento y nosotros te enseñaremos a desarrollarlo y a usarlo, a través de María, para la gloria de Dios”. La Legión, según un antiguo director espiritual de la Legión, “es tanto para los humildes y menos privilegiados, como para los más doctos”.



[1] Cfr. Manual del Legionario, Formación a base del sistema de maestro y aprendiz, 10, 7.

Solemnidad de Santa María junto a la Cruz

 



         La Iglesia celebra solemnemente la Presencia de Santa María junto a la Cruz. En el día de la crucifixión, el Viernes Santo, la Santísima Virgen María permaneció de pie junto a la Cruz, desde el momento mismo de la crucifixión, hasta la Muerte y Descenso de la Cruz de su Hijo Jesús. Una primera razón por la cual la Virgen se encuentra al pie de la Cruz es por su condición de Madre: como toda madre que ama a su hijo, que al encontrarse su hijo en peligro de muerte se acerca a él para estar cerca de quien más ama, así la Virgen, pero en un grado infinitamente más grande, porque la Virgen, la Madre de Jesús, ama a su Hijo con un amor infinito, porque infinita es la capacidad de amor de su Inmaculado Corazón. Si una madre, movida por su amor maternal, acude al lugar en donde su hijo se encuentra en peligro y si no puede ayudarlo, al menos lo conforta con su presencia maternal, aliviando así sus dolores, su tristeza, su agonía y su muerte, de la misma manera, pero movida por un amor infinitamente más grande y puro, lo hace la Virgen María, acompañando a su Hijo Jesús a lo largo de todo el Via Crucis e incluso durante toda la crucifixión. Mientras todos los discípulos y amigos lo abandonan -los Apóstoles son los primeros en correr en el Huerto de los Olivos- y aun cuando parece que hasta el mismo Dios Padre abandona a Jesús, aunque en realidad no lo haya hecho nunca, según se desprenden de las palabras del mismo Jesús –“Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has abandonado?”-, la Única que no lo abandona y permanece de pie junto a la Cruz, es su Madre, la Santísima Virgen y esto porque es el Amor de su Inmaculado Corazón el que la mantiene firme en el suelo, de pie junto a la Cruz de Jesús, para aliviar sus dolores, su dolorosa agonía, su muerte cruenta en el Calvario.

Pero la presencia de la Virgen al lado de la Cruz no se debe solamente a su amor maternal, al infinito amor de su Inmaculado Corazón; o mejor aun, debido a su infinito amor, la presencia de la Virgen no solo acompaña a su Hijo en su agonía y muerte redentoras, sino que lo acompaña, participando real y místicamente de la Pasión y Muerte de Jesús. Puesto que la Virgen no puede separarse de su Hijo debido a ese hilo invisible de oro puro que es el Amor de Dios, que une a los Sagrados Corazones de Jesús y María, la Virgen se encuentra de pie junto a Jesús, no solo acompañando con su Amor, sino participando de su dolor redentor, participando de las penas y amarguras de su Hijo, sufriendo mística pero realmente en su Alma y en su Corazón lo que su Hijo sufre en su Cuerpo y por esta razón la Virgen es Corredentora, porque al participar del sufrimiento redentor de su Hijo Jesús, la Virgen también, con su dolor, con sus penas, con su amargura, todas participadas de su Hijo Jesús, salva almas a cada latido de su Inmaculado Corazón.

         Puesto que entonces la Virgen no solo consuela a Jesús, sino que también salva nuestras almas, nosotros, como hijos de la Virgen y movidos por el arrepentimiento y por el amor a nuestra Madre del Cielo, le decimos a la Virgen que queremos quedarnos con Ella, para aliviar sus penas y dolores, para participar de su amargura, de su dolor corredentor, convirtiéndonos también nosotros en corredentores de los hombres, al unir nuestro amor y dolor al amor y al dolor Corredentor de la Virgen.


martes, 27 de febrero de 2024

El Sacerdote y la Legión

 



         ¿Cómo evangeliza la Iglesia? ¿Cómo comenzó la Evangelización? ¿Cómo continuará evangelizando la Iglesia hasta el Día del Juicio Final? El Manual del Legionario responde a estas preguntas en el Capítulo X, dedicado a la misión del apostolado seglar. En esta sección, el Manual reflexiona acerca de cómo la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo comenzó su expansión, desde sus inicios, y cómo debe continuar expandiéndose y la forma en que debe hacerlo es mediante el sacerdote ministerial -que debe ser fiel al Sumo y Eterno Sacerdote, al Magisterio, a las Escrituras y a la Tradición de la Iglesia- unido a fieles laicos, los cuales deben estar comprometidos con la causa de la evangelización, es decir, con la difusión del Evangelio en el mundo.

         En efecto, dice así el Manual: “La idea del sacerdote rodeado de personas deseosas de compartir con él sus trabajos está sancionada por el ejemplo supremo de Jesucristo: Jesús se dispuso a convertir al mundo rodeándose de un grupo de elegidos, a quienes instruyó por sí mismo y comunicó su propio espíritu. Los apóstoles tomaron a pecho la lección de su divino Maestro y la pusieron en práctica llamando a todos para que les ayudasen en la conquista de las almas. Dice el Cardenal Pizzardo: “Bien puede ser que los forasteros que llegaron a Roma (Hch 2, 10) y oyeron predicar a los apóstoles el día de Pentecostés, fueran los primeros en anunciar a Jesucristo en Roma, echando así la semilla de la Iglesia Madre, que poco después vinieron a fundar San Pedro y San Pablo de un modo oficial”. Es decir, aquí se encuentra la idea del inicio: sacerdotes ministeriales -San Pedro y San Pablo- predicando y luego, esa misma Buena Noticia, que es escuchada por los seglares, es transmitida oralmente, de persona a persona, iniciando así la propagación del Evangelio, tal como se propaga una mancha de aceite perfumado cuando este se derrama sobre el suelo.

         El Papa Pío XI, en una Alocución, dice así: “Lo cierto es que la primera difusión del cristianismo en Roma misma fue obra del apostolado seglar. ¿Cómo pudo ser de otra manera? ¿Qué hubiesen logrado los doce, perdidos como estaban en las inmensidades del mundo, de no haber convocado a hombres y mujeres, a ancianos y jóvenes, diciéndoles: “Llevamos aquí un tesoro celestial, ayudadnos a repartirlo?”. Entonces el Papa Pío XI también desarrolla la misma idea: la propagación inicial del Evangelio se dio gracias al apostolado seglar, ya que sin esta colaboración de los laicos, la tarea se habría dificultado mucho.

         El Manual cita luego el ejemplo de otro Papa, dice, “para demostrar contundentemente que el ejemplo de Nuestro Señor y de los apóstoles respecto de la conversión del mundo es la pauta o modelo que ha dado Dios a todos los sacerdotes -alter Christus-, para que ellos obren de igual manera en el limitado campo de acción de cada cual, ya sea parroquia o distrito, ya sea una obra especializada”. Luego el manual cita el siguiente diálogo en el que interviene el Papa San Pío X ante un grupo de cardenales. El Papa les pregunta: “-¿Qué os parece lo más urgente hoy para salvar a la sociedad?” -Edificar escuelas, contestó uno. -No, contestó el Papa. -Multiplicar las iglesias, dijo otro. -Tampoco. -Reclutar más clero. -Ni siquiera eso, dijo el Papa. No. Lo más urgente ahora es tener en cada parroquia un núcleo de seglares virtuosos y, al mismo tiempo, ilustrados, esforzados y verdaderos apóstoles”.

         El Papa San Pío X sostiene la misma idea acerca de qué es lo que se necesita para evangelizar al mundo: a sacerdotes, fieles al Sumo y Eterno Sacerdote Jesucristo, y a laicos, los cuales deben ser: virtuosos -esforzarse en la consecución de virtudes y en la lucha de los vicios y pecados propios-; ilustrados -deben formarse permanentemente y profundizar en la propia fe-; esforzados -todo lo contrario a la pereza espiritual y corporal- finalmente, verdaderos apóstoles, lo cual quiere decir, en primera instancia, tener la misma fe de los Apóstoles -el Credo de los Apóstoles- y rezar para tener la asistencia del Espíritu Santo en la tarea evangelizadora. Así es como la Iglesia Católica evangelizó desde sus inicios, así continúa haciéndolo y así continuará hasta el Día del Juicio Final.

jueves, 1 de febrero de 2024

Festividad de la Virgen de la Candelaria

 



En esta fecha se conmemoran dos acontecimientos bíblicos, el primero es la purificación de la Virgen María después del parto virginal y el segundo es la presentación de Jesús al templo de Jerusalén (Lc 2 22-39). Debido a que se celebran estos dos acontecimientos, La fiesta es conocida y celebrada con diversos nombres: la Presentación del Señor, la Purificación de María, la fiesta de la Luz y la fiesta de las Candelas; todos estos nombres expresan el significado de la fiesta. Con respecto a la Virgen, la Fiesta de la Candelaria se originó en España, en las Islas Canarias, en el año 1497, después de encontrar milagrosamente una imagen de la Virgen con esta advocación[1], la Purificación de María y se comenzó a realizar con una procesión de velas o candelas. Con respecto a Jesús, se celebra esta fiesta en memoria de lo que hacían los hebreos para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento (Lev 12, 1-8), que era la de consagrar al primogénito varón al Señor.

En la Fiesta de la Candelaria -“Candelaria” proviene del latín candela (vela), procedente de candeo (estar candente, encendido, brillar)-, Cristo, la Luz del mundo, es presentado por su Madre en el Templo y con su Luz Divina oculta en su Humanidad Santísima de Niño recién nacido, viene a iluminar a toda la humanidad disipando las tinieblas, así como la vela o la candela -de donde se deriva el nombre de Candelaria- disipa las tinieblas a su alrededor.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que la candela representa, por un lado, a la Virgen, porque por el Espíritu Santo que inhabita en Ella, en Ella no hay sombra de pecado ni tinieblas de malicia o de error; por otra parte, la candela representa a Jesucristo: la cera es la humanidad y la luz es su divinidad: Cristo es la Luz Eterna que ilumina al mundo sumergido en tinieblas y sombras de muerte y que procediendo del seno eterno del Padre, ingresa en nuestro mundo a través del Portal de luz eterna que es la Virgen Inmaculada.

Otro aspecto a tener en cuenta es que cuando encendemos las velas, no estamos haciendo un simple ritual conmemorativo: la Iglesia bendice el fuego y las velas y las convierte en sacramentales, es decir, en señales de la presencia bendita de Nuestro Señor Jesucristo en medio de los hombres y como todo sacramental, las velas bendecidas tienen dos funciones principales: alejar al demonio, Príncipe de las tinieblas y hacer que el corazón del hombre desee unirse a los Sagrados Corazones de Jesús y María por la gracia, la fe y el amor. El encender las velas también tiene el siguiente significado espiritual: aun cuando estemos acostumbrados a la luz artificial y a la luz del sol, vivimos en un mundo sumergido en las tinieblas del pecado, en las tinieblas del error y de la herejía y en las tinieblas vivientes, es decir, aunque estemos iluminados con luz eléctrica y luz natural, vivimos rodeados de la presencia de los ángeles caídos; el encender las velas benditas, disipa todas estas tinieblas espirituales, porque como dijimos, representan tanto a la Virgen, que es la Llena del Espíritu Santo y por eso es el Portal de Luz Eterna y porque representan a Jesucristo, Luz Eterna y Lámpara de la Jerusalén celestial. Encender las candelas no es una simple costumbre piadosa, aunque lo sea, es mucho más que eso: es iluminar espiritualmente nuestro mundo y nuestra vida con la luz que proviene de los Sagrados Corazones de Jesús y María y esto es tanto más necesario, cuanto que en nuestros días la oscuridad espiritual es tan densa, tan espesa, tan profunda, que como dice el Padre Pío, si pudiéramos ver a los demonios que nos rodean en todo momento, la luz del sol se oscurecería. Esto sucede en todo el mundo y porque el mundo ha rechazado a Cristo, Luz Eterna, ahora está a punto de caer en una Tercera Guerra que sería devastadora para la humanidad. Que la Luz Eterna, Cristo Nuestro Señor, y que la Virgen de la Candelaria, iluminen nuestras vidas, las de nuestros seres queridos y las de todo el mundo, para que iluminados por esta divina luz, caminemos por los peligros de este mundo hacia el Reino de los cielos, la Jerusalén celestial, en donde no habrá necesidad de ninguna iluminación, porque nuestra Luz será la Luz Eterna de Dios, Cristo Jesús, la Lámpara de la Jerusalén celestial.

 

viernes, 15 de diciembre de 2023

Retiro Mariano con la Legión de María 161223 2

 



         Segunda Meditación.

         1-¿Es compatible la adoración a la Pachamama con la fe católica?

         2-¿Qué dice el Manual sobre la Verdadera Devoción a María Santísima?

         1-En el marco del Sínodo de la Amazonía, llevado a cabo en octubre de 2019, se dieron actos que fueron considerados por fieles católicos como idolátricos y como un atentado contra el Primer Mandamiento.

Empecemos con un relato de lo acontecido, de acuerdo a la descripción de Monseñor Athanasius Schneider, de Kazajistán[1][1]:

El 4 de octubre de 2019, en vísperas del Sínodo de la Amazonía, se celebró una ceremonia religiosa en los Jardines del Vaticano, que fue dirigida en parte por chamanes y en la que objetos simbólicos fueron usados; a saber, una escultura de madera de una mujer embarazada sin ropa. Estas representaciones son conocidas y pertenecen a los rituales indígenas de las tribus amazónicas, y específicamente al culto de la llamada Madre Tierra, la Pachamama. En los días siguientes, las figuras femeninas desnudas de madera también fueron veneradas en la Basílica de San Pedro frente a la Tumba de San Pedro. Los católicos no pueden aceptar ningún culto pagano, ni ningún sincretismo entre las creencias y prácticas paganas y las de la Iglesia Católica. Los actos de adoración de encender una luz, inclinarse, postrarse o inclinarse profundamente en el suelo y bailar ante una estatua femenina desnuda, que no representa a Nuestra Señora ni a una santa canonizada de la Iglesia, viola el primer Mandamiento de Dios: “Tú no tendrás dioses ajenos delante de mí” y la prohibición explícita de Dios, que ordena: “Cuando levantes tus ojos al cielo, cuando veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército de los cielos, no vayas a dejarte seducir y te postres ante ellos para darles culto. Eso se lo ha repartido Yahveh tu Dios a todos los pueblos que hay debajo del cielo” (Dt 4,19), y: “No os hagáis ídolos, ni pongáis imágenes o estelas, ni coloquéis en vuestra tierra piedras grabadas para postraros ante ellas, porque yo soy Yahveh vuestro Dios” (Lev 26,1).

También el Cardenal Müller, Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hizo afirmaciones claras al respecto[2]:

La liturgia del 4 de octubre en los Jardines Vaticanos, habría incluido “una cierta veneración; más aún, adoración de ídolos”; una violación del primer mandamiento, porque Jesucristo, presente en los sacramentos, “es el único Redentor”. Si bien los católicos tenemos imágenes de santos, no las adoramos; sino que sólo “veneramos” la imagen en representación de esta persona santa. La “adoración” no le correspondería, de manera alguna, a personas ni a la Creación -así lo explicó Müller, y se remitió a la teología de San Pablo.

“Traer a los ídolos a la Iglesia fue un pecado grave, un crimen contra la Ley Divina” -afirmó el Cardenal. 

Lo decisivo es discernir lo que realmente significó este acto: ¿Es que fue un intento de inculturación del evangelio o fue un acto idolátrico y, por tanto, una falsificación del evangelio?

A este respecto, escuchemos lo que dijo un obispo auxiliar de Suiza, Monseñor Marian Eleganti. En una publicación de Facebook, el obispo recuerda que la controvertida figura de la Pachamama no es la Virgen María, quien es la Madre de la Iglesia.

“El hecho de que en los Jardines vaticanos se hayan postrado ante ella y en todo lado esté sobresaliendo y siendo llevada en procesión, cuando más valdría que la imagen de la Virgen de Guadalupe fuese venerada y mostrada (siendo un retrato inequívoco y, al mismo tiempo, inculturado de la Virgen María, con rasgos y símbolos indígenas, dado por el cielo mismo) es incomprensible. Para cualquier observador, no se entiende que la veneración pública de la Pachamama en el Sínodo del Amazonas no sea una idolatría. Y aun si no fuese así, seguiría estando el escándalo de que parece serlo y de que la Roca de Pedro no se preocupe de ello, y que, antes bien, proteja los rituales bien documentados y ajenos al cristianismo en los Jardines del Vaticano y más allá, mientras que se lamenta de reacciones que son comprensibles.”[3]

El obispo emérito de Marajó en el territorio amazónico, Monseñor José Luis Azcona, habló aún más claramente y condenó los rituales paganos como sacrilegios demoníacos, que provocan escándalo. Él confirmó que la “Pachamama” es una divinidad pagana. Y precisó[4]:

“Estas celebraciones dependen de los espíritus que se evocan y es evidente que esto es brujería, de la cual nos advierte la carta de San Pablo a los Gálatas, en el capítulo 5, versículo 29, cuando denuncia el pecado de la idolatría que es incompatible con el Evangelio y con la misión.”

Cuando se da un acto de tal gravedad contra la veneración que Dios merece, es necesario reparar. En ese sentido se han llevado a cabo diversas iniciativas, que abarcaron penitencia de los fieles y exorcismos realizado por sacerdotes.

Monseñor Schneider llega a la conclusión acertada:

“En vista de los requisitos de la adoración auténtica del Único Dios Verdadero, la Santísima Trinidad y Cristo Nuestro Salvador, en virtud de mi ordenación como obispo católico y sucesor de los Apóstoles, y con verdadera fidelidad y amor al Romano Pontífice, el Sucesor de Pedro, y a su tarea de presidir la Cátedra de la verdad (cathedra veritatis), condeno la veneración del símbolo pagano de Pachamama en los Jardines del Vaticano, en la basílica de San Pedro, y en la iglesia romana de Santa María en Traspontina.”

         2-¿Es compatible la Verdadera Devoción a María, según San Luis María Grignon María de Montfort, con la fe católica? ¿Puede resumir en breves párrafos, en qué consiste esta devoción, tal como la presenta el Manual del Legionario en Capítulo 6, 5?

 

 

Retiro Mariano con la Legión de María 161223 1

 



         Primera Meditación.

         La importancia de María Santísima en la Historia de la Redención

         En la corriente anti-católica denominada “modernismo”, caracterizada por la negación de los misterios sobrenaturales de la religión católica, como, por ejemplo, la Santísima Trinidad, la divinidad de Jesús, la Resurrección de Nuestro Señor, los milagros; los dogmas de la Iglesia, la transubstanciación, la virginidad de María, su Asunción n cuerpo y alma, el Credo que confesamos los católicos, los Sacramentos; la existencia del Demonio, la existencia del Cielo, la existencia del Infierno. Para los modernistas, toda la Fe Católica no es más que un conjunto de símbolos y metáforas, nada es real y por eso interpretan las Sagradas Escrituras y las verdades reveladas por Nuestro Señor Jesucristo desde la perspectiva histórico-crítica, es decir, quitando todo lo sagrado, desacralizando todo, mundanizando todo y reduciendo a mito lo que es sagrado y divino[1]. Dentro de esta mundanización y desacralización, el modernismo ataca fuertemente a la Virgen y Madre de Dios, quitándole precisamente su carácter de Virgen y de Madre de Dios, reduciendo su papel y su importancia en el misterio salvífico, haciéndola pasar como una mujer más de la época. Así, los modernistas cometen las más horribles y espantosas blasfemias y herejías, como la monja blasfema Lucía Caram, dominica, quien, en numerosas oportunidades, en la televisión pública española, afirmó sacrílegamente que la Virgen y San José vivieron como esposos normales y comunes, lo cual contradice y repugna a la Sagrada Escritura, a la Tradición y al Magisterio.

         Con relación a la Sagrada Escritura, la Virgen María se encuentra en un lugar preeminente en el misterio salvífico, ya que la podemos encontrar al inicio, en el Génesis, puesto que es la Mujer que aplasta la cabeza de la serpiente; la encontramos a la Virgen en el intermedio de la historia de la salvación, en la Pasión, ya que es la Mujer que está de pie acompañando a su Hijo Jesús que agoniza en la cruz; la encontramos en el desenlace, en el Apocalipsis, ya que es la Mujer revestida de sol que aparece en los cielos como la señal de la victoria del Hombre-Dios Jesucristo.

         Con relación a la Tradición (siglos II-VIII)[2], es decir, a los Padres de la Iglesia, también la Virgen posee un lugar preeminente en la historia de la salvación, muy por encima de los más poderosos ángeles y de los más piadosos santos y solo por debajo del mismo Dios, debido a su condición de divina maternidad, llamada Theotokos por San Cirilo, San Atanasio entre otros; debido a su maternidad espiritual ó Nueva Eva-Hija de Sión (Jesús la proclama Madre de los hombres antes de morir en la cruz), y por último por la relación de esta maternidad con la virginidad y con la Iglesia, tal como se desarrolla en los Padres de la Iglesia como San Ambrosio y San Agustín.

         Con relación al Magisterio, la Congregación para e culto divino y la disciplina de los sacramentos publicó en el 2002 al respecto un directorio importante sobre el contenido, la regulación y el método de interpretación de la devoción popular religiosa en general, y en específico con respecto al culto mariano en la Iglesia, arranca de este punto interpretativo sobre María: “La indicación conciliar de promover la “sagrada celebración de la palabra de Dios” en algunos momentos significativos del Año litúrgico puede encontrar, también, una aplicación válida en las manifestaciones de culto en honor de la Madre del Verbo encarnado. Esto se corresponde perfectamente con la tendencia general de la piedad cristiana, y refleja la convicción de que actuar como ella ante la Palabra de Dios es ya un obsequio excelente a la Virgen (cfr. Lc 2,19.51). Del mismo modo que en las celebraciones litúrgicas, también en los ejercicios de piedad los fieles deben escuchar con fe la Palabra, debe acogerla con amor y conservarla en el corazón; meditarla en su espíritu y proclamarla con sus labios; ponerla en práctica fielmente y conformar con ella toda su vida”[3].

         1-Ubicar en la Sagrada Escritura los pasajes en los que se nombra a la Madre de Dios, al inicio (Génesis), en el intermedio (Calvario) y en el desenlace (Apocalipsis).

         2-Determinar cuáles son los títulos de María Santísima en la Tradición de la Iglesia Católica.

         3-Resuma en pocas palabras qué es lo que dice el documento del Magisterio citado acerca de la Virgen María.



[2] El término tradición se refiere al contenido trasmitido (traditium o traditio obiectiva), al proceso de transmisión y de recepción (el actus tradendi et recipiendi o traditio activa), y a los sujetos de la tradición (tradentes o traditio subiectiva). El proceso cristiano de la tradición empieza con Jesús que proclama e interpreta la ley y los profetas centrándolos en su realidad personal de Hijos de Dios, revelado y encarnado, y en su misión de realizar la voluntad del Padre (cf. Mt 5, 17-48; 15, 1-20; Mc 7, 5-13). María es presentada asociada al misterio de Cristo y de la Iglesia naciente desde la tradición vetero-testamentaria de la realización de la Hija de Sión en su maternidad divina y espiritual (Mater Dei, Mater Nostra). El Catecismo explica de manera sencilla esta relación mutua: “La Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas”.

[3] CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIAPRINCIPIOS Y ORIENTACIONES, CIUDAD DEL VATICANO 2002, n. 193.